Feria y Fiestas de Pedro Romero
Del 30 de agosto al 4 de septiembre 2022
Las más importantes fiestas de Ronda tienen su origen -nacen- en el barrio de San Francisco. Hacía más de cien años que se venían celebrando, en las fechas tradicionales del 8, 9 y 10 de septiembre, al cuidado de la Puerta de Almocábar, el Castillo del Laurel y el Convento de San Francisco, y bajo la advocación de la Ermita de Nuestra Señora de Gracia, cuando en fecha del 25 de agosto de 1881, se traslada al barrio del Mercadillo, donde ya se celebraba la Feria de Mayo.
En el año 1882 se celebra por primera vez en el Mercadillo la feria de septiembre. En esta época, la Feria de Mayo era la más importante hasta que, poco a poco, la de septiembre va tomado auge y a partir de 1954, con su reconversión en Feria de Pedro Romero, se transforma en la más destacada de nuestra ciudad.
En la segunda quincena de agosto, se empieza a calentar motores con algunos actos como obras de teatro, el Pregón de la Feria, la presentación de las Damas Goyescas – verdaderas protagonistas de la Feria-, el Festival de Cante Grande, conciertos…
Hasta que llega la primera semana de septiembre, semana festiva donde las haya, que nos invita a disfrutar de Ronda, una Ronda llena de colorido, música, bailes, cante, vinos y su gente, «muy buena gente»; Ronda se viste de Gala y ofrece a nuestros vecinos y visitantes un amplio espectro de posibilidades culturales, de ocio y esparcimiento. Tacto, olfato, gusto, oído y vista se activan y vuelven a disfrutar de una segunda primavera durante algunos días.
Cuando comienza la Gala Folclórica Internacional, ya se huele a Feria. Con la Cabalgata (donde muchos veremos por primera vez a las damas Goyescas con el traje tradicional) y el encendido del alumbrado artístico del recinto ferial, se dan por inauguradas las Ferias y Fiestas de Pedro Romero. Los sentidos, llegado el manto de la noche, se disparan, se confunden y se solapan en el Real, donde cada quien es cada cual, como diría Juan Manuel Serrat.
Todo es gozo, todo vida, todo luce, todo salta. Del líquido por la mesa ruedan las olas doradas dijo el poeta Salvador Rueda. Todo colores y ráfagas, y estrépito y vocerío y risa y placer y danza.
Ya está todo listo para que grandes y pequeños podamos disfrutar de la Feria del Centro y de diferentes conciertos en la Caseta Municipal. Poco a poco, nos acercamos al tan esperado sábado, el sábado de la Tradicional Corrida Goyesca, donde aquel que es aficionado podrá vivir, sentir y emocionarse entre los ecos de los «Olés» en nuestra plaza de piedra.
Es la tarde de las tardes, llena de luz y añil, de flamear de abanicos en el coso taurino, maestrante y goyesco de Ronda. Se espera la cita de las citas, la faena de ensueño, como algo que ocupa un maravilloso lugar en las entradas del corazón. Al contemplar este monumento nacional engalanado, con olor a puro habano, a mediasnoches aderezadas, a bota curada y emocionantes silencios, no se pueden detener los ojos en un límite, porque su belleza es siempre creciente e inagotable.
La Goyesca tiene una personalidad propia que la hace ser diferente. Y es que se combina el espectáculo único de esta singular corrida, con el marco inigualable de la bicentenaria Plaza de la Real Maestranza de Caballería de Ronda. Son muchos los elementos que convierten a la corrida Goyesca en un acontecimiento especial. Sin duda ayudan el nombre legendario de Ronda y su historia antigua, cada vez más antigua a medida que se escarba en ella, junto con aquellos atrevidos viajeros románticos que abrieron paso al pasmo y al entusiasmo de Orson Welles y Ernest Hemingway.
La primera corrida Goyesca se celebra en el año 1954 con motivo del bicentenario del nacimiento del singular rondeño D. Pedro Romero.
Esto no es todo, nos queda aún el Concurso de Enganches y la Corrida Rondeña de Rejones. Los herrajes bruñidos, las recias obras de talabartería, los cueros repujados, los cascabeles en sinfonía formando cortinas de arte en enganches y corceles.
Cuando llega el último día, despertamos para volver al siglo XXI; va quedando atrás la semana mágica, semana que nos traslada un poco al siglo XVIII y nos damos cuenta que, durante unos días, todos hemos mirado el reloj de una forma diferente, hemos mirado un reloj que nos indicaba la hora de la diversión, la hora de la fiesta, la hora del arte.
Y también vemos que, aunque haya terminado las Feria de Pedro Romero, seguimos en Ronda, seguimos soñando, seguimos oliendo a arte, a verónicas y faenas, al bandoleros, a la mujer guapa, a pureza. En definitiva, seguimos oliendo a Ronda, a Ronda como escribió Juan Ramón Jiménez: «Ronda alta y honda, rotunda, profunda, redonda y alta…«
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