Iglesia del Espíritu Santo

Se inició su construcción en 1485, el mismo año de la conquista de la Ciudad, por mandato de los Reyes Católicos y se concluyó veinte años después. Su sobria fachada se halla enmarcada por dos vigorosos estribos que la abrazan de arriba abajo, estando coronada por un frontón triangular con un ojo de buey en su tímpano como único motivo ornamental.  Del mismo modo presenta una ventana de vidriera geminada y bajo ella, una hornacina que alberga una paloma que representa al Espíritu Santo. Sin duda alguna su apariencia es la de una auténtica iglesia fortaleza.

La iglesia es de una sola nave con tres bóvedas de nervios sexpartitas. Antes de llegar al arco toral, a ambos lados, se abren dos capillas, cubiertas con bóvedas de crucería estrelladas la de la Virgen de Fátima y la del Sagrado Corazón.

La zona del presbiterio se encuentra cubierta por una bóveda de ocho nervios que cabalga sobre arcos de medio punto. Es curioso el aspecto que presentan las pecunias ensambladas entre sí por una original nervadura.

El Altar Mayor ofrece un retablo barroco muy próximo al rococó, que contiene una tabla de influencia bizantina, con imágenes de Nuestra Señora de la Antigua y el cuadro de la venida del Espíritu Santo.

Es de destacar, en una de sus capillas laterales, la representación escultórica del Santo Entierro, con una extraordinaria urna y una magnífica imagen del Cristo yaciente y que se procesiona el Viernes Santo al caer la tarde.

El exterior tiene un aire de solidez, debido a su origen de torre fortificada de la muralla, con grandes contrafuertes rematados con pináculos renacentistas. La portada de sillería está compuesta por un arco de medio punto enmarcado por alfiz de corte mudéjar.

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