Plaza de Toros

La Plaza de Toros de Ronda, por su historia y por su arquitectura, por su carácter y belleza está reconocida como una de las más antiguas de España y una de las más monumentales que existen.

No es por casualidad,  Ronda se considera una de las cunas de la tauromaquia moderna, surgida en el Siglo XVIII, en una ciudad donde se conservaba muy viva la tradición de la caballería al existir una corporación dedicada a que no se perdiera el arte ecuestre. Las necesidades de defensa del territorio hicieron que Felipe II fundase en 1.573 La Real Maestranza de Caballería de Ronda, para que se mantuviese el necesario manejo de los caballos. Para ello este cuerpo dedicó un espacio de la ciudad para los ejercicios ecuestres, entre los cuales, como es tradicional en España desde la Edad Media se incluyeron los juegos de destreza con toros.

Cuando en el siglo XVIII  los toreros a pie toman el relevo de los caballeros en los juegos con el toro, surge en Ronda la familia de los Romero, que durante tres generaciones reúne a los toreros más singulares de la época. Entre ellos, destacó sobre todos Pedro Romero (1754-1839), figura cumbre  y la más representativa de la tauromaquia. Se retiró después de estoquear más de 5000 toros sin recibir el más mínimo rasguño. Su personalidad consiguió que su oficio alcanzara dignidad social y respeto, al reunir valor, destreza, y sentido estético.

El auge del toreo llevó a la Real Maestranza de Caballería de Ronda a erigir su famosa plaza, obra que se atribuye a Martín de Aldehuela, el mismo arquitecto del grandioso Puente Nuevo sobre el Tajo de Ronda.

La construcción de la plaza duró seis años y fue inaugurada en 1785, con una corrida de toros en la que actuaron Pedro Romero y Pepe Illo. Concebida en piedra arenisca con un esquema monumental, la nobleza de su traza arquitectónica, con su doble galería de arcadas y la ausencia de tendidos al descubierto, le confiere un espíritu más de claustro que de recinto para espectáculos taurinos, recordando al patio circular del famoso Palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada. Su ruedo de 66 metros de diámetro está circundado por un callejón formado por dos anillos de piedra. Los tendidos tienen cinco filas de gradas, de dos pisos, con 136 columnas formando 68 arcos de columnas toscanas, salvo las del Palco Real. Cubierta con tejado a dos aguas de teja árabe, la elegancia de su interior no tiene parangón en ninguna otra plaza de toros.

En el siglo XX, una segunda dinastía de toreros rondeños, los Ordóñez, constituye otra aportación de Ronda a la historia de la Tauromaquia. Cayetano Ordóñez y su hijo Antonio Ordóñez despertaron, por su manera de concebir el toreo, el interés de personajes tan ilustres como Orson Wells y Ernest Hemingway.

Fue precisamente Antonio Ordóñez quien en 1954 creó la mundialmente conocida corrida goyesca, donde el exorno y la vestimenta nos trasladan a la época del pintor Goya.

En el interior de la Plaza de Toros de Ronda se pueden visitar la colección de tauromaquia, la Real Guarnicionería de la casa de Orleans, la Galería Ecuestre y la sala de historia de la Real Maestranza de Caballería de Ronda.

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